Nacido en 1928 en la ciudad española de Santander, Carrión era un joven que, empujado por su sueño de llegar a ser alguien en la vida, hizo un día su maleta y marchó a París. Desde el puerto de Le Havre intentó siete veces embarcar como polizón rumbo a los Estados Unidos. Lo consiguió a la octava.
Arriba: Jean Leon, 4 años de edad
Abajo: La ubicación original de la Scala en la esquina de Beverly Drive
Imágenes a través de la pagina de Facebook de La Scala
Llegó a Nueva York a finales de los años 40, con muy poco dinero, sin hablar ni una palabra de inglés y sin un lugar donde cobijarse. Una noche, mientras dormía en el banco de un parque, le robaron la documentación y, al renovar sus papeles, tomó el nombre de Justo Ramón León, que posteriormente transformaría en Jean Leon, con el que se conocería durante el resto de su vida.
Trabajó como lavaplatos en el Rockefeller Center y, más tarde, como taxista. Un día, se subió a su automóvil el actor y cantante Frank Sinatra, y ambos congeniaron inmediatamente. Sinatra le propuso que trabajara como camarero en su restaurante Villa Capri de Los Ángeles. Leon no lo pensó dos veces y viajó hasta California, donde rápidamente tuvo contacto con muchos de los principales actores emergentes del Hollywood dorado de los años 50.
Su fuerte amistad con James Dean le hizo compartir la idea de fundar el restaurante más glamouroso de Hollywood, al que llamarían La Scala. Un sueño que podría haberse truncado pues, tras acordar su creación, el actor murió en un accidente con su automóvil. Pero Leon siguió adelante con su proyecto y el restaurante abrió sus puertas el 1 de abril de 1956.
Al poco tiempo, gracias a la calidad de sus platos y al encanto que emanaba la personalidad de Leon, La Scala se convirtió en punto de encuentro de actores, directores de cine, productores y políticos. Era habitual encontrarse en sus mesas con Marilyn Monroe, gran amiga de Leon; con Zsa Zsa Gabor, Paul Newman, Dennis Hooper, Robert Wagner o John Fitzgerald Kennedy, entre otros importantes personajes del momento.
Toni Francioso, Zsa Zsa Gabor y amigos, Jean León de pie
Imagen cortesía de Bodegas Torres
Por otra parte, Leon fue la última persona en ver con vida a Marilyn Monroe, cuando la actriz le pidió la cena el 4 de agosto de 1962, un plato de pasta que le llevó personalmente a su casa.
Con los años, La Scala se convirtió en uno de los restaurantes más famosos de los Estados Unidos, un lugar al que había que ir para ver y ser visto. Leon se sentía feliz y dichoso por su éxito y reconocimiento, pero no tardaría en poner en marcha su segundo sueño: hacer él mismo un vino con su nombre, un vino que fuera digno de serle servido a su clientela.
Para ello, buscó un lugar en el mundo que tuviera las características y la singularidad como para elaborar vinos de gran empaque, y lo encontró en una hermosa zona vitivinícola situada en la comarca del Penedés, en Cataluña, España, donde arrancó cepas locales para sustituirlas por cabernet sauvignon y chardonnay, las primeras de estas características que se plantaron en el país.
Sus vinos tuvieron tal éxito que fueron servidos en Washington, en 1981, en los banquetes de la investidura de Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos.
Arriba: Jean León con Robert Wagner y otros
Abajo: Iranzo, David Janssen y Jean Leon
Imagenes cortesía de Bodegas Torres
Al final de su vida, ya enfermo, vendió su bodega a su amigo Miguel Torres, por entonces director general de Bodegas Torres, una de las firmas dedicadas al vino más importantes de España. Fue un pacto entre caballeros en el que se decidió que en sus vinos jamás aparecería el nombre de Bodegas Torres, y así ha sido hasta ahora, momento en el que la bodega Jean Leon acapara premios y críticas favorables en todo el mundo.
Jean Leon, fallecido en Los Ángeles en 1996, es ejemplo de cómo con tenacidad, empeño y trabajo, la vida puede llegar a convertirse en un viaje sencillamente maravilloso. ■