Es El flautista de Hamelín de los zapatos, obsesionado con alimentar nuestro deseo de seducción sobre altísimos tacones de aguja con suelas rojas, el sello de identidad de la firma. Nadie puede discutir que Christian Louboutin ha convertido el rojo intenso en un símbolo de estatus social y de lujo.
Madonna, Carla Bruni, Victoria Beckham y Kate Moss son sólo algunas de las muchas devotas que veneran los zapatos Louboutin como un objeto de culto. El diseñador de zapatos, artífice del regreso de los tacones de aguja, celebra ahora su vigésimo aniversario con una colección especial que reúne sus piezas icónicas. Vuelve el diseño Bois Doré, con tacones tallados a mano por artesanos de Tailandia; el Alteza Tina, botas de flecos creadas en homenaje a las famosas piernas y a la desbordante energía de la cantante Tina Turner, y los Pigalove, un diseño con el que, al unir los dos zapatos, se lee la palabra love. Cuando le preguntaron a Louboutin qué zapatos salvaría en caso de incendio, afirmó rotundo: “Salvaría el modelo Pigalove, que fue mi primera creación y supuso el nacimiento de mi empresa”.
La celebración del aniversario de Louboutin no estaría completa sin el Pensée, el zapato con el que comenzó a utilizar su simbólica suela roja. En 1993 estaba trabajando en un par inspirado en Las Flores de Andy Warhol, se sentía contento con su creación, sobre todo con la flor de dibujos animados que era una reminiscencia del arte pop de los años 60, pero la suela negra del prototipo le parecía fuera de lugar. En ese momento, una de sus asistentes se estaba pintando las uñas cuando Louboutin cogió el esmalte y tiñó las suelas de rojo cereza. Ese momento de inspiración originó una de las características que convierten sus zapatos en una poderosa herramienta de seducción. “Los hombres son como los toros, no pueden resistirse a la suela roja”, afirma.
Louboutin comenzó a diseñar zapatos en la adolescencia. Su primer trabajo fue en el Folies Bergère, como ayudante de los artistas entre bambalinas. Durante ese período, se convirtió en un personaje de la escena parisina, siempre presente en fiestas, en discotecas y viviendo noches interminables junto a Mick Jagger o a Andy Warhol.
Su fascinación por los zapatos comenzó en 1976 cuando visitó el Museo Nacional de Artes d’Afrique et d’Océanie. Un letrero prohibía la entrada a las mujeres con tacones afilados para que no estropearan el piso de madera. Esta imagen se quedó grabada en su mente y más tarde inspiró algunos de sus diseños. “Yo quería desafiar ese concepto -dijo Louboutin- y crear algo que rompiera las reglas y otorgara a las mujeres confianza y poder”.
Fascinado por las distintas culturas, viajó a Egipto y a la India en su juventud. De regreso a París en 1981, reunió un portfolio de dibujos de tacones altos, lo que le valió un empleo con el prestigioso diseñador de zapatos Charles Jourdan. Posteriormente, Louboutin se entrevistó con Roger Vivier y comenzó a trabajar de aprendiz en su taller.
“Sí, yo quería ser diseñador de zapatos, pero nunca pensé que podría ser una profesión. Pero ¿Cuál era la alternativa? ¿Doctor? ¡Demasiado escatológico! ¿Azafata? Más bien no. Entonces, alguien me dio un libro sobre Roger Vivier y de inmediato supe lo que estaba buscando”.
Dos décadas después no ha perdido su magia. Todavía consigue que las mujeres se desmayen o que ahorren durante meses para regalarse un par de zapatos Louboutin. ■