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Las recetas vegetarianas son deliciosas, saludables y faciles de preparar.
Al revisar los testimonios de especialistas en nutrición, la evidencia se hace más sólida. En su libro Eat to Live: The Revolutionary Formula for Fast and Sustained Weight Loss (Comer para vivir: una fórmula revolucionaria para la pérdida de peso rápida y duradera), el doctor Joel Fuhrman, director de investigaciones de la Nutritional Research Foundation, afirma que “la dieta vegetariana es esencialmente saludable porque evade la grasa animal y aumenta el consumo de fibra y antioxidantes”.
¿Cómo se traduce esto en términos prácticos? Primero, la cocina verde, junto con una rutina de actividad física, nos mantiene en el peso ideal. Además, aporta energía y es una aliada para mantener lejos la diabetes, las enfermedades cardiacas como la hipertensión, nos ayuda a regular el colesterol malo y aporta importantes cantidades vitaminas, lo cual resulta en una vida más larga. Como dato curioso: los habitantes de Okinawa, en Japón, los cuales siguen una dieta ancestral basada en frutas, vegetales y soya, son los campeones mundiales de la longevidad.
Las dietas vegetarianas son ricas en fibras y antioxidantes.
Si esto no es suficiente para unirnos al club de los “vegesibaritas”, entonces vamos a desvelar dos delicias de la cocina vegetariana que podemos degustar en casa, tal y como lo pudiéramos haber hecho en el delicioso Hangawi de Nueva York o el incomparable Grenier de Notre Dame, de La Ville-Lumière.
El paté de berenjena es un primer plato que sólo lleva una berenjena, dos dientes de ajo, dos cucharadas de mantequilla de maní baja en grasa, dos cucharadas de aceite de oliva virgen, una cucharadita de zumo de limón, comino, sal y tomillo. Todo es tan sencillo como asar la berenjena y, una vez que está lista, pelarla y majarla con el resto de los ingredientes. También puede ir todo a la licuadora, claro. Se sirve adornada con perejil y con pan pita integral.
Como plato principal, proponemos el picadillo vegetal, que emula la carne molida de res. Sólo se necesitan dos plátanos verdes, sin los extremos, y un chile dulce mediano, que se complementa con dos cucharadas de aceite de oliva, una de sal, una de azúcar moreno sin colorantes, dos de mantequilla y cuatro dientes de ajo. Después de hervir los plátanos en agua con sal hasta que se comience a abrir la cáscara, se dejan enfriar y se rebanan en tiras muy finas y cortas (¡incluida la cáscara!). Luego se sofríe el resto de los ingredientes y, al final, se agrega el plátano durante unos minutos. Ya queda listo para servir con arroz integral, al estilo caribeño, o tortillas de maíz, con un aire mexicano. ■
